¿Qué es la Metacognición?
- Julio Wong
- 10 jul
- 3 Min. de lectura
Este artículo define la metacognición y ofrece estrategias y habilidades útiles para desarrollarla.

Una definición sencilla de metacognición es que es “pensar sobre el pensamiento”. Una definición más académica es que la metacognición es nuestra conciencia y conocimiento acerca de nuestro propio pensamiento (Flavell, 1979). Siempre estás pensando, pero ¿qué tanto eres consciente del contenido y los patrones de tu pensamiento? En la medida en que eres consciente de lo que ocurre en tu pensamiento, estás practicando la metacognición.
La metacognición es una habilidad que comienza a desarrollarse en la infancia y sigue influyendo en nuestro desarrollo a lo largo de toda la vida (Flavell, 1979). De hecho, nuestra conciencia sobre nuestra propia cognición desempeña un papel central en la manera en que aprendemos. Piénsalo: si no tuvieras conciencia de tus patrones de pensamiento, ¿podrías hacer los cambios necesarios para abordar un problema de manera más efectiva?
Estamos involucrados en la metacognición todo el tiempo, porque no somos completamente dueños de nuestra mente y a menudo necesitamos redirigir nuestra atención o cambiar la forma en que nos enfocamos en las cosas. En este sentido, existen dos procesos en la metacognición: monitorear nuestro pensamiento y controlar nuestro pensamiento (Flavell, 1979). La mayoría de los esfuerzos para controlar nuestro pensamiento pueden considerarse parte de las habilidades de funcionamiento ejecutivo (Carruthers, 2014). Por ejemplo, intenta imaginar todas las habilidades de “pensar sobre el pensamiento” que se requieren para escuchar eficazmente una clase universitaria y anotar lo “importante”. ¿Qué información es relevante? ¿Cuál no? ¿Cómo se relaciona esto con lo que ya hemos aprendido? ¿Ese es el tipo de información que apareció en el último examen?
Por qué la Metacognición es Importante
Comprender la metacognición es importante por varias razones, y una de las principales es el hecho de que, cuando estamos despiertos, casi siempre estamos involucrados en la metacognición (Flavell, 1979). Quizás la razón por la que tantas personas encuentran la meditación relajante es que experimentan períodos sin metacognición, momentos en los que no se están observando activamente a sí mismos, sino que simplemente viven su experiencia.
La metacognición no solo está presente constantemente en nuestras vidas, sino que también es fundamental para realizar cualquier ajuste en ellas. Sin la capacidad de monitorear y controlar nuestro propio pensamiento, no tendríamos flexibilidad cognitiva (Dunlosky & Metcalfe, 2008).
Estrategias
Cuando usamos conscientemente la metacognición para ser más efectivos en el mundo, estamos empleando estrategias metacognitivas (Efklides, 2011).
Una estrategia metacognitiva esencial —al menos desde la perspectiva de los terapeutas— es la capacidad de monitorear la relación entre las propias cogniciones y emociones, y luego intervenir exitosamente para cambiar las cogniciones (Nelson et al., 1999). De hecho, este tipo de estrategia metacognitiva constituye la base de gran parte de la psicoterapia moderna.
Podemos considerar que la mayoría de las estrategias metacognitivas se agrupan en una de tres categorías (Dirkes, 1985):
Conectar información nueva con cosas que ya sabemos—como cuando ponemos el mal humor reciente de un amigo en el contexto de que recibió una mala evaluación en el trabajo.
Seleccionar estrategias de pensamiento—elegir aplicar una mentalidad de crecimiento en lugar de una mentalidad fija ante las experiencias
Planificar, monitorear y evaluar el pensamiento—elegir monitorear los pensamientos críticos y luego reflexionar después sobre qué tan bien funcionaron los esfuerzos por replantearlos.
La metacognición es un componente fundamental de la autoconciencia. Todos hemos desarrollado habilidades metacognitivas con el tiempo, y esperamos seguir creciendo en estas capacidades con el paso de los años. De hecho, uno de los mayores determinantes del crecimiento personal es nuestra disposición a examinar nuestros propios patrones de pensamiento y sentimiento. Solo a través de la metacognición nos damos cuenta de cómo cambiar nuestros patrones para convertirnos en solucionadores de problemas más efectivos.
Puede ser muy aleccionador darnos cuenta de que pasamos por los mismos procesos cognitivos una y otra vez; Esperamos que puedas ser amable contigo mismo cuando notes que estás atrapado en un patrón de pensamiento o no sepas qué hacer a continuación. Esos momentos son oportunidades perfectas para poner en práctica estrategias metacognitivas. No hay aprendizaje sin salir de nuestros patrones habituales y formas de pensar preexistentes.
Referencias
Carruthers, P. (2014). Dos conceptos de metacognición. Journal of Comparative Psychology, 128(2), 138-139.
Dirkes, M. A. (1985). Metacognición: Estudiantes a cargo de su pensamiento. Roeper Review, 8(2), 96-100.
Dunlosky, J., & Metcalfe, J. (2008). Metacognición. Los Ángeles, CA: SAGE.
Efklides, A. (2011). Interacciones de la metacognición con la motivación y el afecto en el aprendizaje autorregulado: El modelo MASRL. Educational Psychologist, 46, 6–25. doi:10.1080/00461520.2 011.538645
Flavell, J. H. (1979). Metacognición y monitoreo cognitivo: Una nueva área de investigación en el desarrollo cognitivo. American Psychologist, 34, 906–911.
Nelson, T. O., Stuart, R. B., Howard, C., & Crowley, M. (1999). Metacognición y psicología clínica: Un marco preliminar para la investigación y la práctica. Clinical Psychology & Psychotherapy: An International Journal of Theory & Practice, 6(2), 73-79.
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